Además del aprendizaje de un instrumento, la EDUCACIÓN DEL TALENTO tiene otras ventajas. Los niños pueden empezar mucho antes de lo que estimaban adecuado los educadores tradicionales. Este arranque precoz, entre los tres y los cuatro años, les ayuda a tener una gran habilidad a una edad a la que tradicionalmente no eran considerados capaces de empezar.

Una implicación de la idea de la LENGUA MATERNA es que el ritmo de avance viene dictado por el niño y no por la edad u otros factores. Un niño empieza a andar cuando está físicamente preparado para ello, resultando imposible enseñarle antes. La mayoría de los padres aceptan este hecho. Sin embargo, no todos son siempre respetuosos con el ritmo personal de cada niño, que no es forzosamente el de su compañero más destacado. Si en este terreno el niño es respetado y alentado, no forzado, saldrá de ello con una personalidad más equilibrada, sin contar con la habilidad musical desarrollada. Los niños que empiezan muy temprano aprenden más profundamente y tocan con más gusto y soltura. Pueden establecerse claras diferencias entre la iniciación a los 2-4 años o de los 5 en adelante. En Francia, profesores tradicionales (no Suzuki) realizaron una experiencia con un grupo de quince alumnos de distintas edades y niveles cuyo aprendizaje había comenzado a distintas edades. Observaron que los niños que habían comenzado entre los dos y los cuatro años se mostraban más receptivos, con más habilidad para corregir y aprender, mejor escucha de la afinación y el fraseo y más coordinación y expresividad. Los comienzos con los más pequeños son muy lentos, sin embargo se observa un mejor desarrollo a largo plazo.

En cuanto a la repetición del repertorio, tiene una doble implicación: por un lado se utiliza la memoria en una etapa en la que el niño tiene una capacidad inmensa para memorizar e imitar,  por otro lado, se logra el establecimiento de una conexión entre lo que  escuchan en el CD y la producción del sonido.